Discurso de la Sra. Sadako Ogata, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la Ceremonia de Clausura del Programa de Repatriación y Reintegración Guatemalteco, Santo Domingo Kesté, Campeche, Mexico, 28 de julio de 1999
Discurso de la Sra. Sadako Ogata, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la Ceremonia de Clausura del Programa de Repatriación y Reintegración Guatemalteco, Santo Domingo Kesté, Campeche, Mexico, 28 de julio de 1999
Sr. Presidente de la República de México,
Sr. Presidente de la República de Guatemala,
Sra. Secretaria de Relaciones Exteriores,
Sr. Secretario de Gobernación,
Sr. Gobernador del Estado de Campeche,
Sr. Gobernador del Estado de Quintana Roo,
Sr. Vásquez Colmenares,
Refugiados y mexicanos recientemente naturalizados,
Distinguidos invitados, Damas y Caballeros,
Tiene un gran significado para mi Oficina y para mí el encontrarme hoy con ustedes - me he ocupado de la situación de los refugiados guatemaltecos en México desde que fui nombrada Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los refugiados en 1991. En el transcurso de los años, he sido testigo de los avances realizados para alcanzar soluciones duraderas para los hombres y mujeres refugiados guatemaltecos.
Hasta 1996 la única alternativa que se les ofrecía era la repatriación voluntaria a Guatemala. Muchos optaron por esta alternativa y regresaron a su país. Visité a algunos de ellos cuando estuve en Guatemala hace casi dos años. Hoy nos disponemos a despedir a un último grupo de refugiados que ha elegido regresar a su patria. Los gobiernos de México y Guatemala han trabajado en estrecha colaboración con el ACNUR y con los representantes de los refugiados para permitir el retorno digno y seguro de los refugiados guatemaltecos, y para crear las condiciones básicas que les permita reconstruir sus vidas en su país de origen. Merecen una mención especial los esfuerzos sostenidos del gobierno de Guatemala para poner tierra a disposición de los refugiados desposeídos a través de un fondo crediticio revolvente.
A partir de 1996, sin embargo, los refugiados han tenido la posibilidad de optar por un futuro diferente y de elegir permanecer en México, el país que los había acogido generosamente durante 15 años. - Fue aquí, en Santo Domingo Kesté, hace casi tres años, el 14 de agosto de 1996, que el gobierno mexicano anunció oficialmente el Plan de Estabilización Migratoria. Este plan abirió el camino a miles de refugiados guatemaltecos que no desean regresar a su patria, para convertirse en residentes permanentes o en mexicanos naturalizados. Muchos de los aquí presentes, quienes se beneficiaron de procedimientos acelerados ya son mexicanos naturalizados. Otros, de hecho, se naturalizaron hoy mismo. La adopción del Plan de Estabilización Migratoria fue la culminación del enfoque constructivo de México para darle solución a una situación de refugiados que se venía prolongando desde hacía mucho años - la última de las situaciones de refugio masivo que se originaron durante los años de conflictos civiles en América Central.
Quiero rendir homenaje una vez más a los gobiernos de México y Guatemala por haber perseguido, de una manera concertada, durante los tres últimos años, un doble enfoque de repatriación voluntaria, por una parte, y de integración local, por otra parte, con el objetivo de poner fin a años de exilio y de un futuro incierto para miles de refugiados guatemaltecos.
Rindo homenaje a todos los actores, gubernamentales y no gubernamentales, nacionales e internacionales, al pueblo de México y al pueblo de Guatemala que no han escatimado esfuerzos para aliviar la difícil circunstancia de los refugiados.
Rindo homenaje a ustedes, los refugiados, por sus propios esfuerzos y por sus contribuciones, a través de su trabajo tenaz, al país que les ha brindado hospitalidad y tamañas oportunidades. Me han dicho que los refugiados en Campeche, por ejemplo, han contribuido en años recientes a no menos del nueve por ciento de la producción agrícola del Estado. ¡Mantengan su labour y dedicación!
Las experiencias y los recuerdos de los refugiados y de todas aquellas personas que han trabajado con ellos, una descripción de sus derechos y obligaciones como refugiados, así como sus derechos y obligaciones como residentes permanentes en México, o como mexicanos naturalizados, han sido recopilados en esta colección de documentos que nos fue presentada aquí en el día de hoy. Es una compilación realmente valiosa y que testimonia de una compleja, pero extraordinaria historia de sufrimiento, generosidad y esperanza.
Antes de concluir, permítanme plantear otro punto importante. En ocasión de mis visitas a México y en mis contactos con el gobierno mexicano, he expresado frecuentemente mi esperanza de que México pueda reforzar su cooperación con el ACNUR y establecer un marco legal sólido para su ya generosa política de asilo, mediante su adhesión a los principales instrumentos internacionales sobre protección a los refugiados, la Convención de Ginebra de 1951 y su Protocolo de 1967. Acabo de recibir la noticia de que México estaría próximo a dar este paso importante. La noticia de este avance crucial me llena de alegría y espero que pronto se convierta en una realidad.
Me siento orgullosa y feliz de haber viajado a Campeche para ser testigo del final positivo de este programa. El ACNUR va a cumplir 50 años en el año 2000. Espero que en un futuro próximo, otros refugiados, en otras partes del mundo, puedan compartir la suerte de aquellos que vinieron de Guatemala a México - no habrá mejor manera para el ACNUR de celebrar su aniversario.
Muchas gracias.