Abriendo puertas para niñas afganas en Australia y Austria

Abriendo puertas para niñas afganas en Australia y Austria

© Goal Click/ACNUR/Football United/Shegofa Hassani

En algunas sociedades, mujeres y niñas enfrentan discriminación y violencia todos los días, simplemente debido a su género. Una tarea ordinaria, como recolectar agua o ir al baño, puede ponerlas en riesgo de maltrato. En tiempos de desplazamiento, las mujeres se vuelven más vulnerables, especialmente las no acompañadas, embarazadas, jefas de hogar, mayores o con discapacidad. ACNUR trabaja con mujeres refugiadas para tratar de aliviar su situación, asegurando refugios seguros que ofrezcan privacidad, acceso justo a alimentos y servicios, apoyo personalizado e instalaciones sanitarias separadas.

ACNUR también administra programas que ayudan a las mujeres a mejorar sus habilidades de liderazgo, superar las barreras a la educación y acceder a oportunidades. En los países desarrollados, los problemas para las mujeres refugiadas son diferentes, pero los desafíos persisten. ACNUR y sus socios intentan promover la participación de las mujeres en el deporte, como medio para mejorar la autoestima y la confianza.

© Goal Click/ACNUR/Kicken ohne Grenzen/Khadija Ahmadi

Austria y Australia son países donde las mujeres refugiadas tienen la oportunidad de jugar al fútbol y perseguir sus sueños. Ambos países aportan estudios de casos para Goal Click Refugees. En Austria, organizaciones como Kicken ohne Grenzen (KOG) y Caritas abrieron sus puertas a los recién llegados, con un enfoque particular en las jóvenes afganas. Kicken ohne Grenzen permite a jóvenes como Khadija Ahmadi, de 20 años, participar en entrenamientos de fútbol de manera regular y gratuita, al tiempo que brinda oportunidades educativas a las personas refugiadas para facilitar su ingreso a la escuela o a la vida laboral. El “Team Birkenwiese”, un equipo de niñas refugiadas, juega una vez por semana y participa de manera regular en partidos amistosos y torneos. Caritas Austria, un grupo católico de ayuda social, también organiza el equipo de la Copa Mundial de Personas sin Hogar de Austria que vio a Sofía, de 19 años, competir en la 17ª Copa Mundial de Personas sin Hogar en Cardiff en 2019.

Por otro lado, en Australia, Football United (un programa de la Universidad de Nueva Gales del Sur) tiene como objetivo desarrollar la capacidad de los jóvenes a través del liderazgo, el entrenamiento y el fútbol con regularidad, de manera gratuita y accesible. El programa Football United enfoca su trabajo en comunidades con familias de personas refugiadas de Irak, Siria, Myanmar, Sudán y Afganistán. Shegofa Hassani, de 21 años, es la entrenadora del equipo femenino afgano Sydney United Girls.

© Goal Click/ACNUR/Football United/Shegofa Hassani

“Quiero que más y más niñas afganas sueñen en grande”,
Shegofa, Australia (Football United)

“Llegué a Australia cuando tenía 9 años. Huimos de Afganistán a causa del conflicto. Empecé a jugar fútbol en el parque con mis hermanos y mi papá. Cuando mis hermanos comenzaron a jugar en un club, naturalmente yo quería hacer lo mismo, pero al principio mi madre se mostró reacia debido a nuestra cultura y a lo que diría la gente. Convencimos a mi madre de que me dejara jugar, y he estado jugando durante más de 12 años. Actualmente soy jugadora y entrenadora de Football United, y dirijo un equipo femenino afgano llamado Sydney United Girls.

Ninguna de nuestras niñas jugaba al fútbol en Afganistán porque lo tenían prohibido. Eso ha cambiado ahora, por supuesto: tenemos una selección nacional.

Las fotografías muestran a Shogofa Rahimi en una sesión de entrenamiento de Sydney United Girls en Sydney. Su pasión por el fútbol comenzó cuando era niña y jugaba con sus hermanos. Sin embargo, dudó en seguir adelante debido a las barreras culturales y familiares. Después de años de perder la esperanza de jugar al fútbol, finalmente tuvo la oportunidad de jugar con Sydney United Girls, cuando su hermano la presentó al equipo. Inicialmente sus padres no lo aprobaron; sin embargo, han aprendido a aceptarlo y la animan a perseguir sus sueños.

Traté de capturar a las chicas en el momento, disfrutando de la sesión, incluso mientras entrenábamos conforme oscurecía. Entrenamos en el parque local, sin acceso a las instalaciones de un club.

Siento mi verdadero yo cuando estoy en el campo de fútbol. Es donde me siento más empoderada y más conectada con las personas que me rodean. Y recientemente me ha dado la oportunidad de reconectarme con mi comunidad afgana y mi cultura, a través del equipo. Es importante para mi comunidad, porque muchas personas aún no creen que las niñas afganas deban practicar deportes, y esto nos brinda la oportunidad de demostrar que se equivocan, y de mantenernos activas y socialmente conectadas. Aunque somos un equipo afgano, todos son bienvenidos a entrenar con nosotras. Descubrimos que los australianos son amables y acogedores.

Quiero que más y más niñas afganas sueñen en grande y persigan esos sueños. Demasiadas de nuestras niñas solo sueñan, pero no persiguen sus sueños debido a barreras culturales, familiares y financieras. Nuestro objetivo es eliminar las barreras, generando confianza, siendo visibles y haciendo lo nuestro”.

Créditos: © Goal Click/ACNUR/Football United/Shegofa Hassani

© Goal Click/ACNUR/Football United/Shegofa Hassani

“Quiero que más y más niñas afganas sueñen en grande”,
Shegofa, Australia (Football United)

“Llegué a Australia cuando tenía 9 años. Huimos de Afganistán a causa del conflicto. Empecé a jugar fútbol en el parque con mis hermanos y mi papá. Cuando mis hermanos comenzaron a jugar en un club, naturalmente yo quería hacer lo mismo, pero al principio mi madre se mostró reacia debido a nuestra cultura y a lo que diría la gente. Convencimos a mi madre de que me dejara jugar, y he estado jugando durante más de 12 años. Actualmente soy jugadora y entrenadora de Football United, y dirijo un equipo femenino afgano llamado Sydney United Girls.

Ninguna de nuestras niñas jugaba al fútbol en Afganistán porque lo tenían prohibido. Eso ha cambiado ahora, por supuesto: tenemos una selección nacional.

Las fotografías muestran a Shogofa Rahimi en una sesión de entrenamiento de Sydney United Girls en Sydney. Su pasión por el fútbol comenzó cuando era niña y jugaba con sus hermanos. Sin embargo, dudó en seguir adelante debido a las barreras culturales y familiares. Después de años de perder la esperanza de jugar al fútbol, finalmente tuvo la oportunidad de jugar con Sydney United Girls, cuando su hermano la presentó al equipo. Inicialmente sus padres no lo aprobaron; sin embargo, han aprendido a aceptarlo y la animan a perseguir sus sueños.

Traté de capturar a las chicas en el momento, disfrutando de la sesión, incluso mientras entrenábamos conforme oscurecía. Entrenamos en el parque local, sin acceso a las instalaciones de un club.

Siento mi verdadero yo cuando estoy en el campo de fútbol. Es donde me siento más empoderada y más conectada con las personas que me rodean. Y recientemente me ha dado la oportunidad de reconectarme con mi comunidad afgana y mi cultura, a través del equipo. Es importante para mi comunidad, porque muchas personas aún no creen que las niñas afganas deban practicar deportes, y esto nos brinda la oportunidad de demostrar que se equivocan, y de mantenernos activas y socialmente conectadas. Aunque somos un equipo afgano, todos son bienvenidos a entrenar con nosotras. Descubrimos que los australianos son amables y acogedores.

Quiero que más y más niñas afganas sueñen en grande y persigan esos sueños. Demasiadas de nuestras niñas solo sueñan, pero no persiguen sus sueños debido a barreras culturales, familiares y financieras. Nuestro objetivo es eliminar las barreras, generando confianza, siendo visibles y haciendo lo nuestro”.

“Aquí hay muchas oportunidades para las mujeres,”
Sofia, Austria (Caritas)

“Soy Sofía, tengo 19 años, soy de Afganistán y desafortunadamente me crie en Irán. Vivo con mi familia en Austria desde hace cuatro años; tengo seis hermanos mayores. No se me permitió jugar al fútbol cuando era niña en Irán; estando ahí, siempre me criticaron por ser afgana. Nunca me vino a la mente la idea de jugar al fútbol, ya que solo veía jugar a niños.

Recién llegada aquí, en Austria, fui al centro juvenil. En ese entonces, odiaba el fútbol. Pero el centro juvenil me ofreció la oportunidad de jugar al fútbol y dije que lo intentaría por un día. Ese día vi que me gustaba mucho.

No fue sencillo con mi familia al principio. Tuvimos algunas discusiones sobre por qué estaba jugando al fútbol y ya no usaba mi mascada. Pero seguí luchando por esto y ahora todo está bien. Todo el mundo acepta que yo juegue al fútbol. Un día hubo una invitación para hacer una prueba para el equipo de la Copa Mundial de Personas sin Hogar. Y fui seleccionada para representar a Austria.

Significa que todos me ven como un ser humano. En Irán, no me aceptaban. Nadie me hablaba y fui prácticamente ignorada. Pero aquí soy parte de un equipo, y eso es lo que realmente disfruto y amo.

Estoy muy feliz de poder vivir en Austria. Me paso todo el día jugando al fútbol. Me encanta el fútbol; y mi alimento es solo una pelota, me da energía. Ojalá algún día pueda ayudar a todas las niñas de mi país para que puedan involucrarse en el deporte. También tuve días duros por el fútbol, pero para mí la vida es como un carrusel, que siempre da vueltas.

Aquí hay muchas oportunidades para las mujeres. A veces pienso que esto un paraíso porque hay buenas oportunidades para todo. Austria es exactamente lo opuesto a mi país, porque lamentablemente mi país es un infierno para las mujeres”.

© Goal Click/ACNUR/Caritas Austria

© Goal Click/ACNUR/Caritas Austria

“Aquí hay muchas oportunidades para las mujeres,”
Sofia, Austria (Caritas)

“Soy Sofia, tengo 19 años, soy de Afganistán y desafortunadamente me crie en Irán. Vivo con mi familia en Austria desde hace cuatro años; tengo seis hermanos mayores. No se me permitió jugar al fútbol cuando era niña en Irán; estando ahí, siempre me criticaron por ser afgana. Nunca me vino a la mente la idea de jugar al fútbol, ya que solo veía jugar a niños.

Recién llegada aquí, en Austria, fui al centro juvenil. En ese entonces, odiaba el fútbol. Pero el centro juvenil me ofreció la oportunidad de jugar al fútbol y dije que lo intentaría por un día. Ese día vi que me gustaba mucho.

No fue sencillo con mi familia al principio. Tuvimos algunas discusiones sobre por qué estaba jugando al fútbol y ya no usaba mi mascada. Pero seguí luchando por esto y ahora todo está bien. Todo el mundo acepta que yo juegue al fútbol. Un día hubo una invitación para hacer una prueba para el equipo de la Copa Mundial de Personas sin Hogar. Y fui seleccionada para representar a Austria.

Significa que todos me ven como un ser humano. En Irán, no me aceptaban. Nadie me hablaba y fui prácticamente ignorada. Pero aquí soy parte de un equipo, y eso es lo que realmente disfruto y amo.

Estoy muy feliz de poder vivir en Austria. Me paso todo el día jugando al fútbol. Me encanta el fútbol; y mi alimento es solo una pelota, me da energía. Ojalá algún día pueda ayudar a todas las niñas de mi país para que puedan involucrarse en el deporte. También tuve días duros por el fútbol, pero para mí la vida es como un carrusel, que siempre da vueltas.

Aquí hay muchas oportunidades para las mujeres. A veces pienso que esto un paraíso porque hay buenas oportunidades para todo. Austria es exactamente lo opuesto a mi país, porque lamentablemente mi país es un infierno para las mujeres”.

“El fútbol no es solo de hombres”
Khadija, Austria (KOG)

“Mi nombre es Khadija Ahmadi, tengo 20 años y soy originaria de Afganistán. Llegué a Austria a finales de 2015. Un año después, de un supervisor en el alojamiento juvenil donde me hospedaba, escuché que aquí había una oportunidad para que las mujeres jugaran al fútbol. Así llegué al equipo de Kicken ohne Grenzen.

En las sesiones de entrenamiento, todos pudimos aumentar nuestra confianza en nosotros mismos, incluso a través de talleres y oportunidades de formación adicional. Aprendí mucho en la Academia BeASkillCoach de Kicken ohne Grenzen; por ejemplo, cómo presentarme correctamente. Una mujer nos dijo cómo actuar y cómo asegurarnos de que nos noten. En los cursos, también pude aprender en qué consiste ser árbitro. Desde entonces he arbitrado algunos partidos. Cuando hay disputas, es un gran desafío mantener a los equipos bajo control. A veces también hay que ser estricto, algo que también aplica en las sesiones de entrenamiento de los niños donde ayudo.

En el primer partido que jugamos con los hombres, algunos de los muchachos todavía decían que deberíamos quedarnos en casa. Hablamos con ellos y tratamos de mostrarles que pertenecemos ahí. El fútbol no es solo de hombres. No es cosa de hombres. Si queremos, nosotras también podemos jugarlo. Una semana después, los chicos se disculparon. Eso fue algo bueno. Las mujeres también pueden jugar bien al fútbol; es solo que los hombres han estado jugando durante más tiempo.

He visto mucho de Viena gracias al fútbol. Hemos estado en barrios en los que nunca había estado y hemos podido conocer mejor la ciudad. Y ahora, con los viajes, nuestro horizonte se ha ampliado. Tomamos el avión. Viajamos. Ahora queremos jugar al fútbol en todo el mundo. Ya hemos ido a Colonia y Copenhague.

A través del fútbol y de mis nuevas amistades, he podido encontrarme de nuevo. Cuando digo eso, la gente puede pensar que es algo fácil de decir, pero en mi caso fue diferente. Yo no conocía el idioma; no conocía a nadie. Es como si volvieras a nacer como un bebé. Creo que solo puedes entenderlo si lo has experimentado en carne propia.

Una cosa que ha cambiado durante todos estos años es que solo unas pocas compañeras del equipo todavía usan una mascada en la cabeza. Ya casi no uso el hiyab. Pero eso solo tiene que ver en parte con el fútbol. Simplemente quería integrarme. Quiero que me vean tal como soy, que no me vean diferente solo por una bufanda. Me costó tomar una decisión. Estaba acostumbrada a usar el hiyab, desde siempre. Y siempre escuché que, si no usas el hiyab, te vas al infierno. Pero ahora me siento libre.

Solo quiero tener paz y tranquilidad aquí en Austria. Tuve que esperar dos años y medio para la decisión de asilo. Finalmente obtuve una decisión favorable hace un año. Ahora quiero vivir de manera independiente. Pensé que hacer prácticas sería bueno para tener una vida estable. Solicité una pasantía como asistente dental. Desafortunadamente, no me aceptaron. Todavía no tenía confianza en mí misma en aquel entonces. He mejorado con el tiempo. Cuando llegas a un lugar nuevo, las cosas no son muy fáciles al principio.

Ahora tengo una pasantía como oculista”.

© Goal Click/ACNUR/Kicken ohne Grenzen/Saleha Kashfi

© Goal Click/ACNUR/Kicken ohne Grenzen/Saleha Kashfi

“El fútbol no es solo de hombres”,
Khadija, Austria (KOG)

“Mi nombre es Khadija Ahmadi, tengo 20 años y soy originaria de Afganistán. Llegué a Austria a finales de 2015. Un año después, de un supervisor en el alojamiento juvenil donde me hospedaba, escuché que aquí había una oportunidad para que las mujeres jugaran al fútbol. Así llegué al equipo de Kicken ohne Grenzen.

En las sesiones de entrenamiento, todos pudimos aumentar nuestra confianza en nosotros mismos, incluso a través de talleres y oportunidades de formación adicional. Aprendí mucho en la Academia BeASkillCoach de Kicken ohne Grenzen; por ejemplo, cómo presentarme correctamente. Una mujer nos dijo cómo actuar y cómo asegurarnos de que nos noten. En los cursos, también pude aprender en qué consiste ser árbitro. Desde entonces he arbitrado algunos partidos. Cuando hay disputas, es un gran desafío mantener a los equipos bajo control. A veces también hay que ser estricto, algo que también aplica en las sesiones de entrenamiento de los niños donde ayudo.

En el primer partido que jugamos con los hombres, algunos de los muchachos todavía decían que deberíamos quedarnos en casa. Hablamos con ellos y tratamos de mostrarles que pertenecemos ahí. El fútbol no es solo de hombres. No es cosa de hombres. Si queremos, nosotras también podemos jugarlo. Una semana después, los chicos se disculparon. Eso fue algo bueno. Las mujeres también pueden jugar bien al fútbol; es solo que los hombres han estado jugando durante más tiempo.

He visto mucho de Viena gracias al fútbol. Hemos estado en barrios en los que nunca había estado y hemos podido conocer mejor la ciudad. Y ahora, con los viajes, nuestro horizonte se ha ampliado. Tomamos el avión. Viajamos. Ahora queremos jugar al fútbol en todo el mundo. Ya hemos ido a Colonia y Copenhague.

A través del fútbol y de mis nuevas amistades, he podido encontrarme de nuevo. Cuando digo eso, la gente puede pensar que es algo fácil de decir, pero en mi caso fue diferente. Yo no conocía el idioma; no conocía a nadie. Es como si volvieras a nacer como un bebé. Creo que solo puedes entenderlo si lo has experimentado en carne propia.

Una cosa que ha cambiado durante todos estos años es que solo unas pocas compañeras del equipo todavía usan una mascada en la cabeza. Ya casi no uso el hiyab. Pero eso solo tiene que ver en parte con el fútbol. Simplemente quería integrarme. Quiero que me vean tal como soy, que no me vean diferente solo por una bufanda. Me costó tomar una decisión. Estaba acostumbrada a usar el hiyab, desde siempre. Y siempre escuché que, si no usas el hiyab, te vas al infierno. Pero ahora me siento libre.

Solo quiero tener paz y tranquilidad aquí en Austria. Tuve que esperar dos años y medio para la decisión de asilo. Finalmente obtuve una decisión favorable hace un año. Ahora quiero vivir de manera independiente. Pensé que hacer prácticas sería bueno para tener una vida estable. Solicité una pasantía como asistente dental. Desafortunadamente, no me aceptaron. Todavía no tenía confianza en mí misma en aquel entonces. He mejorado con el tiempo. Cuando llegas a un lugar nuevo, las cosas no son muy fáciles al principio.

Ahora tengo una pasantía como oculista”.

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