Un juego que unifica tras el desplazamiento en África
Un juego que unifica tras el desplazamiento en África
Camerún ha dado acogida a más de 410.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo. En el norte, el país también alberga a personas refugiadas de Nigeria que huyeron de la insurgencia y la violencia en la zona del lago Chad. Los disturbios políticos en la República Centroafricana (RCA) también orillaron a algunos centroafricanos a buscar protección en el este de Camerún. La violencia entre las fuerzas de seguridad y los grupos armados, en las regiones del noroeste y del suroeste, ha obligado a cientos de miles a desplazarse en su propio país, después de que las personas de estas regiones denunciaran la marginación que sentían.
Sudán del Sur se independizó de Sudán en 2011. Desde entonces, el país ha visto un conflicto casi perpetuo, aunque ahora hay mejores esperanzas de paz. Casi 2,3 millones de sudsudaneses han huido a países vecinos y casi 2 millones están desplazados dentro del país, que también alberga a casi 300.000 personas refugiadas de otros países, incluido Sudán. El entorno del país es complejo e inseguro y la situación humanitaria es precaria. ACNUR y sus socios continúan enfocándose en el apoyo de emergencia para las personas desplazadas, ya que la inseguridad y el acceso siguen siendo un desafío al brindar asistencia.
Malawi alberga a unas 37.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo, muchas de ellas de la República Democrática del Congo. La mayoría de las personas por las que trabaja ACNUR viven cerca de la capital, Lilongwe, en el campamento de refugiados de Dzaleka, que cuenta con una población de casi 34.000 habitantes. Más de 3.000 mozambiqueños solicitantes de asilo se encuentran en el sur.
En todo el África subsahariana, las organizaciones están apoyando a los jóvenes refugiados a través de programas de fútbol. En Sudán del Sur, Green Kordofan está apoyando a personas refugiadas y desplazadas internas de entre 5 y 18 años, para reducir la probabilidad de que se unan al ejército o de que sean reclutadas por una de las múltiples pandillas en guerra en el área. A través de entrenadores como David Philip, también brindan un entorno seguro para la juventud vulnerable y desplazada por la guerra, especialmente las niñas.
En Malawi, Ascent Soccer transforma las vidas de mujeres y hombres jóvenes como Vava, de 14 años, en algunos de los países más pobres de África Oriental, al brindarles oportunidades de educación integral, habilidades críticas para la vida y desarrollo del carácter, combinadas con el desarrollo de otras habilidades. Ascent Soccer comienza en la base y ha estado involucrado en el fútbol en Dzaleka desde 2016. En Camerún, Red Deporte utiliza el poder del deporte para empoderar a jóvenes en comunidades desfavorecidas. Entrenadores como Yvan Bikambo, que trabajan en el este de Camerún desde 2012 con niñas y niños refugiados de la vecina República Centroafricana, utilizan el fútbol para mejorar el rendimiento de las niñas en la escuela y promover la salud básica entre jóvenes, niños y niñas.
“Se alienta a las niñas a unirse a los equipos”
David Philip, Sudán del Sur (Green Kordofan)
“Vengo de las montañas de Nuba, en Sudán. Sudán nunca ha estado en paz desde que nací, especialmente la región de Nuba. Cuando salí de casa con mi familia en 2006, Sudán y Sudán del Sur todavía eran un solo país. Llegamos al campamento de refugiados de Kakuma en Kenia, donde recibimos apoyo de ACNUR. Pasé mi infancia como refugiado en Kenia.
Me uní a un equipo llamado Eldo FC, y el entrenador Jafar Omar se hizo cargo de nuestro entrenamiento en ese momento. Eldo era un equipo organizado por las personas refugiadas que nos refugiamos en Kenia tras huir de Sudán y Sudán del Sur. Yo no sabía controlar ni patear un balón, pero después del entrenamiento me motivó el deporte. Además, tenía la esperanza de entrenar a los niños y llevarlos al nivel en el que estoy.
Más tarde volví a Sudán del Sur – a fines de 2012, después de la división entre Sudán y Sudán del Sur – con mis amigos de Sudán del Sur y Nuba. En Sudán del Sur, las cosas aún no iban muy bien. Teníamos esperanza: muchos de nosotros estábamos felices de sumarnos a la construcción del nuevo Estado y de un futuro mejor. Estaba buscando trabajo y Green Kordofan me contrató en 2016 para ayudar a entrenar a niños más pequeños en el campamento de Yida. Alrededor de 60.000 personas desplazadas de sus hogares por la guerra viven en Yida. Ahora soy el coordinador senior de entrenadores de Green Kordofan y apoyo nuestro nuevo proyecto de concientización sobre la COVID-19.
Los niños estaban felices con la donación de la motocicleta de Green Kordofan y celebraban el Día Mundial de la Paz el 21 de septiembre. La moto ayuda al personal a moverse por el campamento de Yida, para buscar a los jóvenes que no pueden viajar desde sus áreas de residencia en el campamento y ayudar a organizar partidos de fútbol donde viven. Los equipos del Torneo de la Paz están organizados por grupos de edad. También hay equipos para chicas.
Es importante mostrar a los niños y niñas, mujeres y hombres jóvenes. Aunque a veces se considera que el fútbol está dominado por los hombres, se alienta a las chicas a estar en los equipos y a dirigirlos; uno de ellos tiene una portera. Es importante apoyar la igualdad de género para ayudar al cambio en Sudán del Sur. Green Kordofan también apoya a un equipo de voleibol femenino, y niños y niñas participan en grupos mixtos de corredores organizados.
Hay una niña conocida como Rebecca (vistiendo una camiseta azul) que huyó de la guerra y llegó a Yida sin sus padres. Más tarde se reunió con su tía en el campamento. Estaba traumatizada, pero ahora es una jugadora de fútbol con mucha confianza.
El fútbol me permitió tener muchos amigos de diferentes tribus y de todo el mundo. El fútbol me permitió tener muchos amigos de diferentes tribus y de todo el mundo. Me trajo paz y unidad con la gente”.
“Se alienta a las niñas a unirse a los equipos”
David Philip, Sudán del Sur (Green Kordofan)
“Vengo de las montañas de Nuba, en Sudán. Sudán nunca ha estado en paz desde que nací, especialmente la región de Nuba. Cuando salí de casa con mi familia en 2006, Sudán y Sudán del Sur todavía eran un solo país. Llegamos al campamento de refugiados de Kakuma en Kenia, donde recibimos apoyo de ACNUR. Pasé mi infancia como refugiado en Kenia.
Me uní a un equipo llamado Eldo FC, y el entrenador Jafar Omar se hizo cargo de nuestro entrenamiento en ese momento. Eldo era un equipo organizado por las personas refugiadas que nos refugiamos en Kenia tras huir de Sudán y Sudán del Sur. Yo no sabía controlar ni patear un balón, pero después del entrenamiento me motivó el deporte. Además, tenía la esperanza de entrenar a los niños y llevarlos al nivel en el que estoy.
Más tarde volví a Sudán del Sur – a fines de 2012, después de la división entre Sudán y Sudán del Sur – con mis amigos de Sudán del Sur y Nuba. En Sudán del Sur, las cosas aún no iban muy bien. Teníamos esperanza: muchos de nosotros estábamos felices de sumarnos a la construcción del nuevo Estado y de un futuro mejor. Estaba buscando trabajo y Green Kordofan me contrató en 2016 para ayudar a entrenar a niños más pequeños en el campamento de Yida. Alrededor de 60.000 personas desplazadas de sus hogares por la guerra viven en Yida. Ahora soy el coordinador senior de entrenadores de Green Kordofan y apoyo nuestro nuevo proyecto de concientización sobre la COVID-19.
Los niños estaban felices con la donación de la motocicleta de Green Kordofan y celebraban el Día Mundial de la Paz el 21 de septiembre. La moto ayuda al personal a moverse por el campamento de Yida, para buscar a los jóvenes que no pueden viajar desde sus áreas de residencia en el campamento y ayudar a organizar partidos de fútbol donde viven. Los equipos del Torneo de la Paz están organizados por grupos de edad. También hay equipos para chicas.
Es importante mostrar a los niños y niñas, mujeres y hombres jóvenes. Aunque a veces se considera que el fútbol está dominado por los hombres, se alienta a las chicas a estar en los equipos y a dirigirlos; uno de ellos tiene una portera. Es importante apoyar la igualdad de género para ayudar al cambio en Sudán del Sur. Green Kordofan también apoya a un equipo de voleibol femenino, y niños y niñas participan en grupos mixtos de corredores organizados.
Hay una niña conocida como Rebecca (vistiendo una camiseta azul) que huyó de la guerra y llegó a Yida sin sus padres. Más tarde se reunió con su tía en el campamento. Estaba traumatizada, pero ahora es una jugadora de fútbol con mucha confianza.
El fútbol me permitió tener muchos amigos de diferentes tribus y de todo el mundo. El fútbol me permitió tener muchos amigos de diferentes tribus y de todo el mundo. Me trajo paz y unidad con la gente”.
“Ascent ha cambiado mi vida para bien”,
Vava, Malawi (Ascent Soccer)
“Nací en Goma, República Democrática del Congo, y viví ahí hasta los 11 años. Cuando mataron a mi padre en los combates, mi tío recomendó que mi madre, mis hermanos y hermanas (somos nueve), y yo abandonáramos la República Democrática del Congo y nos mudáramos a Malawi, por seguridad. Antes de venir a Malawi, jugaba al fútbol en un club llamado Kajeada en Goma.
Juego con el equipo de fútbol Young Talents en el campamento de refugiados de Dzaleka. Los niños y niñas provienen de la República Democrática del Congo, Burundi, Ruanda y Tanzania. El fútbol es una gran parte de la vida de todos. También juego al fútbol para la academia de fútbol Ascent, donde todos los jugadores, excepto yo, son de Malawi. La gente de Malawi es muy agradable, especialmente todos mis compañeros. El fútbol es importante para mí porque siento que es la única forma en que puedo ayudar a mi familia y a mi comunidad. También me encanta interactuar con los demás, y el fútbol me ayuda a conocer gente nueva.
Ascent ha cambiado mi vida para bien, dándome techo, comida y educación. El fútbol es una gran parte de mi vida. Mi ambición es convertirme en jugador de fútbol profesional y ayudar a mi país de origen, construyendo mejores hospitales para ayudar a mi comunidad local en la República Democrática del Congo”.
Ahora trabajo con personas refugiadas y estoy terminando mi tercer año de electrónica en la escuela nocturna. Recientemente obtuve mi licencia de conducir. Terminaré la escuela este verano y me estoy preparando para empezar mi curso de electrónica. La emergencia de Covid-19 ha detenido mi último proyecto con Balón Mundial, un trabajo enfocado a las personas refugiadas y migrantes. Quiero abrir un servicio de asistencia para ayudar a las personas refugiadas y migrantes con la información que necesitan sobre asuntos burocráticos: cómo buscar trabajo, cómo redactar un CV, cómo encontrar un apartamento, cómo encontrar eventos culturales, entre otros.
El fútbol cambió mi vida. A través del fútbol conocí a muchas personas, a muchas amistades que me ayudaron mucho. Gracias al fútbol encontré un trabajo.
“Todo niño sueña con ser Samuel Eto’o”
Yvan, Camerún (Red Deporte)
“Mi nombre es Yvan Bikambo. Soy de la región este de Camerún. Nací en Bertoua, donde estudié. Me fui a la región de Adamawa en 2014 para ir a la universidad, pero no terminé porque no tenía suficientes recursos financieros. Por esa razón, regresé a Bertoua y comencé a hacer voluntariado y a gestionar proyectos comunitarios. En 2016, comencé a dar entrenamiento. Llevo tres años entrenando y soy entrenador de Red Deporte. Me gusta implementar y jugar con los chicos en las comunidades.
Estas fotografías reflejan la actividad de la Escuela Pública de Bindia, en el este de Camerún, una escuela apoyada y construida por Red Deporte en 2012. Estos chicos pertenecen a la comunidad y muchos de ellos son personas refugiadas de la República Centroafricana. Las personas refugiadas llegaron con sus familias hace unos cinco años.
La mayoría de los niños y niñas saben jugar al fútbol porque solían jugar en su país de origen. La mayoría no comparten sus experiencias y normalmente no intentamos que cuenten su historia. En cambio, trabajamos para brindarles alegría, paz y esperanza a través de nuestro programa. Aunque noté que, cuando se les pedía que dibujaran algo de su país, a menudo muchos de los niños refugiados – especialmente los varones – dibujaban soldados y aviones.
La escuela primaria de Bindia es una escuela pública donde la mayoría son estudiantes de familias refugiadas. En las aulas tenemos niños y niñas cameruneses y centroafricanos, que juegan juntos durante los recesos. También se reúnen fuera de la escuela, ya que viven en las mismas áreas y comunidades en Mandjou.
En Mandjou, las personas refugiadas están bien integradas en las comunidades porque muchas de ellas han establecido negocios: venta de cereales y verduras, carne de res y productos para el hogar.
Todos los niños sueñan con ser Samuel Eto’o, pero, aunque no lo sean, disfrutan del sueño y del proceso de superación personal, y de la amistad que se construye en el camino hacia este sueño”.
“Todo niño sueña con ser Samuel Eto’o”
Yvan, Camerún (Red Deporte)
“Mi nombre es Yvan Bikambo. Soy de la región este de Camerún. Nací en Bertoua, donde estudié. Me fui a la región de Adamawa en 2014 para ir a la universidad, pero no terminé porque no tenía suficientes recursos financieros. Por esa razón, regresé a Bertoua y comencé a hacer voluntariado y a gestionar proyectos comunitarios. En 2016, comencé a dar entrenamiento. Llevo tres años entrenando y soy entrenador de Red Deporte. Me gusta implementar y jugar con los chicos en las comunidades.
Estas fotografías reflejan la actividad de la Escuela Pública de Bindia, en el este de Camerún, una escuela apoyada y construida por Red Deporte en 2012. Estos chicos pertenecen a la comunidad y muchos de ellos son personas refugiadas de la República Centroafricana. Las personas refugiadas llegaron con sus familias hace unos cinco años.
La mayoría de los niños y niñas saben jugar al fútbol porque solían jugar en su país de origen. La mayoría no comparten sus experiencias y normalmente no intentamos que cuenten su historia. En cambio, trabajamos para brindarles alegría, paz y esperanza a través de nuestro programa. Aunque noté que, cuando se les pedía que dibujaran algo de su país, a menudo muchos de los niños refugiados – especialmente los varones – dibujaban soldados y aviones.
La escuela primaria de Bindia es una escuela pública donde la mayoría son estudiantes de familias refugiadas. En las aulas tenemos niños y niñas cameruneses y centroafricanos, que juegan juntos durante los recesos. También se reúnen fuera de la escuela, ya que viven en las mismas áreas y comunidades en Mandjou.
En Mandjou, las personas refugiadas están bien integradas en las comunidades porque muchas de ellas han establecido negocios: venta de cereales y verduras, carne de res y productos para el hogar.
Todos los niños sueñan con ser Samuel Eto’o, pero, aunque no lo sean, disfrutan del sueño y del proceso de superación personal, y de la amistad que se construye en el camino hacia este sueño”.